La luz solar bañando nuestro cuerpo mejora nuestro estado de ánimo, nos aporta el 90% de la vitamina D que precisamos y actúa como analgésico al desencadenar la secreción de dopamina y serotonina, hormonas relacionadas con el placer y la sensación de felicidad. Sin embargo, el sol puede ser un arma de doble filo, ya que también estresa nuestra piel. No hay que olvidar que los rayos solares están cargados de energía que puede provocar alteraciones en las células de la dermis y dar lugar a lesiones como quemaduras, la
aparición de manchas en la piel o lo que es peor los
carcinomas: el
tipo de cáncer de piel más común que aparece en las zonas con más exposición al sol como la cara, orejas, cuello, hombros y manos. Lo mejor es disfrutar del sol con mesura y sentido común y para ello te ofrecemos los siguientes diez consejos.
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Empieza a tomar el sol progresivamente:
El bronceado es una respuesta defensiva que nos protege de las quemaduras ante el aumento de la luz solar. Pero no se adquiere de un día para el otro. Al principio del verano nuestra piel está blanca y apenas sabe defenderse ante el sol, por lo que si abusamos tenemos más riesgo de que nos salgan manchas en la piel y aumentamos el peligro de padecer a la larga carcinomas o lo que es peor melanomas. Así que poco a poco: empezaremos por unos minutos de exposición el primer día de playa y luego nos cubriremos. Día a día aumentaremos el tiempo de exposición. Recuerda que tu piel tiene memoria y lo que hagas hoy puede reflejarse dentro de unos años. El sol contribuye a la aparición de arrugas, a la pérdida de elasticidad, a la flacidez de la piel y de las temidas manchas oscuras que afean tu rostro.
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Evita tomar el sol en las horas centrales del día:
El sol de mediodía en verano es insano bajo cualquier circunstancia. Entre junio y octubre, no conviene exponerse entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde, durante estas horas los rayos UVA son más peligrosos y aumentan las posibilidades de que te aparezcan manchas en la cara que sólo podrás hacer desaparecer con láser o lo que es peor padecer un cáncer de piel. Si practicas algún deporte al aire libre como correr, jugar al padel o tenis etc. debes evitar hacerlo durante estas horas del día. Si estás sentada en la terraza de un bar o dando un paseo, cúbrete con un sombrero o una gorra.
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No fíes tu salud a los protectores solares:
Las cremas protectoras solares no solo son recomendables sino también necesarias cuando se toma el sol. Pero no tienen poderes mágicos. Protegen nuestra piel durante un tiempo determinado, relacionado con el factor de protección que usemos, pero no nos permiten alargar el periodo de exposición ni son un antídoto contra la insolación y las alteraciones de la dermis. Además, tienen numerosos elementos químicos de los que se desconoce cómo reaccionan con la piel, por no hablar de que taponan los poros e impiden la transpiración. Usarlas, siempre; abusar de ellas creyendo que así podremos abusar del sol: nunca.
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Ponte la crema hidratante generosamente:
Tomes mucho o poco el sol, siempre después de volver de la playa tendrás la piel reseca y deshidratada. Para evitar esta deshidratación, no hay mejor remedio que una ducha con un jabón dérmico neutro que nos quite las cremas protectoras, y después el uso de una crema hidrante que restituya la humedad a la epidermis. Sé generosa con la crema, porque tu piel estará muy estresada tras el sol.
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Pospón la depilación láser
¿Estás siguiendo un tratamiento de depilación láser y llega el tiempo de playa? Posponlo para octubre o noviembre, cuando tu piel esté menos expuesta. Este tratamiento provoca pequeñas quemaduras en la piel que la hacen más vulnerable a los rayos solares, aumentando la frecuencia de aparición de manchas, que quizá después también tendrás que hacer desaparecer con tratamientos de láser médico para manchas cutáneas. No te arrienda la ganancia...
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Evita tratamientos de peeling y tapa los tatuajes:
Recuerda que los tratamientos de peeling para eliminar la dermis envejecida de la cara, y de todo el cuerpo en general, son altamente abrasivos. Por mucha crema hidratante que te apliques tras el peeling, lo cierto es que has eliminado la primera barrera de protección de tu cuerpo: las células muertas de la epidermis. No te extrañe entonces que si vas a tomar el sol te enrojezcas más de la cuenta. Y algo parecido pasa con los tatuajes: nos metemos tintas químicas bajo la piel que no sabemos bien cómo reaccionarán con el sol. Con frecuencia los tatuajes son el punto más sensible del cuerpo y es mejor que no se expongan demasiado.
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Basa tu dieta en verduras, hortalizas y frutas:
No solo tu piel se deshidrata con el exceso de sol; también tu cuerpo pierde gran cantidad de agua y debes reponerla para que esté disponible tanto para tu cuerpo como para tu piel, de modo que se recupere lo más rápidamente posible. Es recomendable tomar muchos líquidos, pero la mejor estrategia es basar tu dieta de verano en alimentos ricos en agua: frutas, hortalizas y verduras. Toma gazpacho y otras sopas frías, consume piezas de fruta, pimientos, berenjenas tomates y todo tipo de ensaladas, porque además del agua te aportarán fibra y numerosas vitaminas hidrosolubles. Y recuerda que el consumo de comida basura rica en grasas contribuyen al envejecimiento de la piel, aléjate de las hamburguesas y las patatas fritas.
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Consume aceites vegetales y frutos secos:
Los frutos secos son ricos en aceites vegetales que contienen elementos antioxidantes conocidos como polifenoles. Estas sustancias reaccionan con las sustancias de nuestra piel afectadas por la luz solar y neutralizan su poder dañino, por lo que tienen un importante efecto protector. También el aceite de oliva, el chocolate negro o el aguacate son muy recomendables
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Cuida esas zonas que siempre están expuestas:
Hay partes de nuestro cuerpo como la cara, el cuello, la nuca, el pecho, los brazos o las piernas, que en verano están permanentemente expuestas al sol, por lo que son las que más acusan el envejecimiento de la piel y la aparición de arrugas con la edad. Por lo tanto deberemos escoger: o la ligereza de ropas, o los sombreros, los fulares y las faldas largas. Quizá con la primera opción nos veamos más sexis, pero a buen seguro que con la segunda nuestra piel permanecerá joven.
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Consulta a un dermatólogo antes y después del verano:
Coordínate con el doctor o la doctora que vigila tu piel antes de empezar la temporada de sol para detectar posibles zonas sensibles a proteger; es importante que atiendas a sus recomendaciones. Tras el verano, regresa a la consulta del dermatólogo para volver a revisar la evolución de pecas, manchas cutáneas o lunares,es muy importante estar atento a cualquier cambio de color, tamaño o forma o incluso controlar la aparición de posibles granitos en cara, escote, brazos o piernas que puedan derivarse en carcinomas.
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